Que algún día recorran nuestras calles y carreteras vehículos no contaminantes parece una utopía lejana, deseable por usuarios y constructores. Renault comparte esta aspiración y trabaja sin descanso para conseguirlo. Los motores propulsados por una pila de combustible, que funciona con hidrógeno, no producen contaminantes ni CO2 a nivel del propio vehículo.
Sin embargo, al no existir el hidrógeno de manera aislada en la naturaleza, es necesario crearlo a partir de moléculas, lo que exige mucha energía. Si esa energía es de origen nuclear o hidráulico, el balance global -del pozo a la rueda- es favorable. Por el contrario, si ésta proviene de una central térmica de petróleo o carbón, el balance se degrada y es inferior al de un vehículo térmico clásico. Ése es el reto de Renault, conseguir un balance favorable que permita en un futuro comercializar vehículos competitivos a precio de calle, no contaminantes.
En la década de los 90, comenzaron las primeras investigaciones exploratorias sobre la Pila de Combustible, que concluyeron con la realización de un demostrador.
A partir del año 2000, el proyecto, que recibió el nombre de PDC (Proyecto de Pila de Combustible) franqueó una nueva etapa en la que se fijó como objetivo desarrollar y comercializar un vehículo de serie a largo plazo.
Este vehículo (del tamaño de un Scénic) no debe exceder en sus emisiones de CO2 los 100 gramos por kilómetro (normalmente oscila entre 135 y 205g/km) y por otro lado, es necesario que el coste de su construcción (pila, reformador, etc.) no sobrepase en 2010 los 3400.
Con estos objetivos, Renault inició la denominada “fase cero” para comprobar si estos objetivos eran factibles. En vista de los resultados positivos, empezó a trabajar para conseguirlos.
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